domingo, 10 de junio de 2007

"No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.
Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.
Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.
Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,
Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz"

Dylan Thomas
Dedicado a una amiga que no me lee nunca

5 comentarios:

Falingo escribe dijo...

¡Enfadón!
Envíale un correo con este bonito poema y verás cómo te contesta... o no

Por cierto, molaban las Gughenheimadas (o como se diga)

bon dia!

Anónimo dijo...

Ya entiendo lo de la dirección de correo.
Me gusta. umm rebelarse contra la muerte. Interesante. Más, si se hace a cada paso y no sólo al final.

Guillermo Olivares dijo...

Rafa, eres el mejor. Veré lo que puedo hacer.

Guillermo Olivares dijo...

Pepe, eres realmente rápido.

Anónimo dijo...

No es que no te lea, creo yo.
Igual es que te lee pelín más tarde de lo que te gustaría...