Mi amigo David se casó el sábado. Medio hippie, alternativo, vegetariano, pintor… Y va y se me casa de pingüino. Ella estaba espléndida en su traje color crema, con su tripita de siete meses llamada Mario. Pero él fue la comidilla de todos los amigos con ese atuendo absolutamente transgresor. Y es que este chico nunca deja de sorprendernos, aunque sea para bien.
Qué más da, quizá fue una pequeña concesión hacia Ana, o hacia su madre, o hacia su abuela o, vete a saber.
Esperaba encontrarme con Miguel, mi amigo en suspensión, pero no apareció después de todo. La verdad es que lo extraño, pero nuestra mutua estupidez nos tiene últimamente totalmente desencontrados.
El momento del baile fue el más emocionante. La canción de Amaral, ésa que dice algo así como “algunas veces te mataría y en cambio otras te quiero comer” o algo así y yo, que les estaba haciendo las fotos oficiales, en un imperdonable detalle de falta de profesionalidad, solté unas lagrimitas de pura emoción, aunque creo que la cámara me sirvió de escudo y nadie me vio.
Con David esposado, sólo quedan libres el suspendido Miguel y Rafa, autoapodado como Pilt, bloguero, guita-rrista donde los haya y, sobre todo buena persona (pedazo de pan tierno). Éste espero que consiga una buena estrella
2 comentarios:
Bonito artículo. Me encanta lo de "la tripita de siete meses llamada Mario"
PD Yo también fui un pingüino
Cómo me alegro de leerte, Pedro.
Si alguna vez vienes por Valencia, podríamos quedar y tomarnos algo. Me reconforta tener noticias tuyas, que estás bien y me gustaría saber algo más de tu vida.
Un abrazo sincero.
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